28 de Septiembre
Que Tomaz Pandur es capaz de remover las entrañas del espectador es bien sabido. Estética brutal, erotismo, sadomasoquismo y una escenografía de maestro en el más difícil todavía.
Blanca Portillo espectacular y Asier Etxeandía, genial como siempre, bueno, cada vez mejor. Es capaz de hacer lo que sea y de lo que sea. Actuar, bailar, cantar, boca arriba, boca abajo... Y, lo mejor, el momento escénico con coreografía de Nacho Duato en el que hasta las paredes bailaban. Ay, y el final, esa salida, puro Dior, culminando una obra con vestuario barroco al más puro estilo John Galliano.
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